Muchas personas que son autoexigentes y autocríticas comienzan a sentir culpa en diversas situaciones laborales, familiares, de pareja, etc. Y van cayendo paulatinamente en un espiral que puede deteriorar gravemente su salud mental.
Consecuencias:
- Atribución desproporcionada: se asumen culpas ajenas. De manera opuesta a las personas que se ven a sí mismas como víctimas y que por lo tanto tienen poca o nula influencia en su entorno, sino que ellos padecen la influencia de su entorno, las personas excesivamente autoexigentes perciben que son causantes de problemas y circunstancias que en realidad les son ajenas.
- Sobrecarga de responsabilidades en distintos ámbitos: familiar, de pareja, laboral, etc. Como consecuencia de lo anterior.
- Búsqueda de castigos externos: sentirse culpable por algo, genera una sensación de estar obrando mal, por lo tanto, se requiere la expiación de la culpa a través de un acto que genere algún tipo de dolor o malestar. Incluso algunas personas cuando les ocurre alguna desgracia y previamente se sentían culpables consideran que la vida les “devolvió” ese karma, de este modo así sienten que “pagan sus culpas”.
- Deterioro grave de la autoestima por brecha entre imagen real v/s ideal
- Síndrome del impostor: personas exitosas que no logran no reconocer o sentir que merecen sus logros y éxitos.
- Síntomas depresivos/ansiosos: insomnio, enfermedades psicosomáticas, ansiedad, ánimo bajo, etc.
No necesitas sentir culpa para desarrollar tu consciencia
Hemos aprendido que la culpa es un “mal necesario” para ser buena persona y adaptarnos a nuestro entorno. Se nos ha querido mostrar a personas culposas como modelos a seguir de personas evolucionadas o incluso santas. Sin embargo, esto es un grave error. La conciencia es la que permite reflexionar, darse cuenta de la falta o error, y generar acciones concretas para reparar relaciones, daños o faltas cometidas y aprender de lo vivido para mejorar.
La culpa es sólo la acción de castigarse a sí mismo. Y castigarse a sí mismo no genera por sí mismo una evolución, una toma de consciencia ni tampoco repara nada, sino que es meramente un mensaje interno autoagresivo y tormentoso.
¿Se puede vivir sin culpa? Sí, con consciencia y responsabilidad.
En vez de enviarnos mensajes autoagresivos es necesario ejecutar un “programa” interno que permita identificar la propia responsabilidad en cada situación, aprender de los errores y avanzar.
- Discernimiento: ¿Cometí algún error en esta situación? Si – No
- Análisis:
- ¿Qué errores cometí?
- ¿Qué puedo aprender de cada error?
- ¿Qué daño causé a tal persona o en tal situación?
- ¿Cómo puedo reparar lo hecho?
- ¿Cómo puedo mejorar yo en este tipo de situaciones?
- Aprendizajes: En este tipo de situaciones yo…; las consecuencias de lo que hice/dije fueron…
- Acción/Responsabilidad: Es necesario que empiece a hacer/cambiar/mejorar/dejar de hacer…
- Anclaje: repetir internamente cada vez que se siente culpa la conclusión a la que se llegó.
- Frustración = energía para el cambio. Utilizar la frustración generada por la conciencia de daño como “bencina” o energía para focalizarse en las acciones y esfuerzos de cambio personal.